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Hermanos y hermanas inseparables


En general en las observaciones se hace hincapié en la "hermandad de estación" que se crea entre los participantes, todos (re)unidos con un mismo objetivo, pero en esta ocasión quiero virar ese significado de hermanad hacia uno más literal aunque se haga sobre objetos que comparten en paternidad al Sol o a un lazo gravitatorio. Otros hermanos y hermanas.

Durante los pasados meses se ha hecho cierto énfasis, con diferentes intenciones, acerca de la presencia en el cielo nocturno de todos los planetas, en concreto de Mercurio a Saturno. Como un eco lejano de los días de colegio algo chirriaba en esta afirmación y tras pensarlo sólo un poco nos dábamos cuenta de que para tenerlos todos juntos faltaban algunos hermanos y primos lejanos ¿Qué ocurría con Urano, Neptuno y (dependiendo de la edad y lo que se aprendiera en la escuela) Plutón?

Cierto es que Plutón no pertenece ya al exclusivo club de los así llamados planetas, dejémoslo para luego, pero porqué Urano y Neptuno no se unían a esta gran reunión planetaria. La respuesta llegaba unánimemente: "Estos gigantes olvidados no son visibles".

La prisa en anunciar el encuentro planetario no dejaba que en la "foto" llegaran los lejanos rezagados porque en efecto era posible ver a todos los hermanos en una misma noche, sólo había que esperar al verano y la aparición de Pisces en el cielo y ya los tendríamos.

La segunda parte del verano ha convocado atardeceres con Mercurio, Venus y Júpiter en el ocaso, a Saturno y Marte en una bonita aproximación aparente con Antares, y finalmente a Neptuno y Urano en las contiguas constelaciones de Aquarius y Pisces respectivamente, ya está, no era tan difícil reunir a la familia. Si nos ponemos nostálgicos, hasta el ahora "primo", Plutón, ha estado presente, oscuro e indistinguible colindante a una fiesta de pequeñas e incontables luces en Sagitario, de hecho no se va a mover de por ahí en los próximos anos. En fin, todos en la misma noche.

Durante el verano en diferentes observaciones hemos apuntado en visual con telescopios de cierta entidad a Urano y Neptuno, para descubrir que esas aparentes estrellas entre las demás no eran tales y sus matices ante un ojo atento los delataban: superficie impropia de una estrella en diferentes aumentos, colores azulados, el de uno claros y el de otro oscuros, brillo sin destellos... El hecho de observarlos en sí ya era una experiencia que traía a la mente genios de diferentes y pasados siglos que apreciaron por primera vez esos matices y los señalaron, distinguiéndolos del resto de las estrellas. Pero antes habíamos completado una aventura cada vez menos frecuente en observaciones astronómicas de campo, los habíamos encontrado en el cielo. Sabíamos que estaban y donde, pero había que llegar hasta ellos. Esto suponía trazar un camino de referencias que con un dobson a pulso resultaba un trabajo tanto arduo como gratificante y divertido... al final del camino...allí estaban.

Imágen: J. Carmona

Para terminar el verano y como homenaje a estos planetas, que habían posado en aparente segunda fila con sus hermanos, quise captar una imagen de recuerdo de los dos gigantes helados. No sabía si con el equipo que disponía, de menor diámetro y focal que el dobson y los demás telescopios con los que los habíamos encontrado en días anteriores, tendría éxito. Pero confié en que los números no mentían y sus magnitudes, aunque fuera de la mejor visión humana posible, eran sin embargo asequibles.

Efectivamente al final aparecieron en la foto, todo hay que decirlo, sin los matices que en visual fueron patentes, pero con un regalo añadido, no estaban solos en la foto. Tras procesar ligeramente y comprobar en cartas digitales, era claro que Urano mostraba a Titania y Oberón consigo y Neptuno ceñía a su rivera a Tritón.

Prestar atención a los olvidados había tenido recompensa hasta el final. Todos los hermanos habían sido avistados.

Esto en cuanto a hermanos pero, ¿qué en cuanto a hermanas? El final del verano ofrece un gineceo compacto de hermanas que nunca se separan, por lo menos en periodos de tiempo humano, al Este. Y con ellas introducimos la segunda foto que cierra estas palabras.

Imágen: J. Carmona

El cúmulo abierto de Las Pléyades, reúne a "recién licenciadas" estrellas a punto de tomar su camino independiente en la vida. Las Pléyades son las hijas de Pleione y Atlas, según las más comunes versiones del mito. De su madre toman el nombre, aunque también se relacionan con la palabra griega para "navegación" puesto que en la época en que eran visibles se podía navegar de forma segura.

Las hermanas eran siete, como los planetas hermanos si no contamos la Tierra, pero al telescopio son más de siete estrellas las que vemos patentemente en el grupo, porque en la foto de familia aparecen también papá y mamá junto a Alcyone, Merope, Maia, Electra, Caleano, Taygeta y Sterope (doble).

El gas del recién formado grupo todavía permanece en torno. Conforme acabe el verano, Orión comenzará su persecución de las hermanas, que se perderán ya en el atardecer hacia primavera, después de todo el invierno.

Hesíodo decía en "Los Trabajos y los Días" hacia el 700 a.C.:

" y si el anhelo te lleva a navegar en mares tormentosos,

cuando las Pléyades huyan de Orión,

y se hundan en la brumosas profundidades,

y todos los borrascosos vientos rujan,

no sigas entonces con tu barca por el oscuro mar,

sino, como te pido, recuerda trabajar en tierra".

Así pues, con las Pléyades ya visibles Hesíodo nos da permiso para seguir navegando por el océano estrellado, como siempre en hermandad.

P.S. no me olvido de Plutón, una magnitud 14 puede echar para atrás a cualquiera, aunque tras los gratificantes resultados de sus hermanos mayores, ¿cómo no intentarlo? Pero como he dicho dejémoslo para luego, tal vez el próximo verano. Plutón espera.

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